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19/7/12

cinco

La tía me pidió que compre el pan del otro lado de la trentaidos. Y mientras iba veía cómo las casas se ponen distintas, no sé si es la luz si es la altura si tantas cosas. A la panadera le dije que me diera medio kilo de mignones pero me equivoqué. Es ese olor a dulce distinto. Qué será lo que le da ese olor a las panaderías. En especial a esa (que queda enfrente del jardín al que iba). Casi todo ahí es de hojaldre. Casi todo tiene ese baño fantasía de chocolate con poco sabor a chocolate y más sabor a manteca de cacao. Y chispitas de colores.
A mi vieja siempre le dio asco la chispita de color. También la cobertura plana de las tortas de comunión y esas cosas, el mazapán, los colorantes, los muffins coquetos de las casas de té. Me acuerdo que un día logré que me hiciera una torta histriónica. Llena de colores, con una princesa que atravesaba un puente. Agustina me dijo que metiera los dedos después de pedir tres deseos (en esa época pedía que gimnasia saliera campeón, que gimnasia saliera campeón, y un novio. Más adelante empecé a pedir que se me cumplieran todos mis deseos, y los de mi mamá, y los de otro personaje X. creo que ahí empezó todo a decaer y conseguí ese novio tan lindo, quizá lo pidiera mi vieja y no yo). Bueno, decía que a Agustina se le había puesto en la cabeza que yo metiera los tres dedos y ni loca lo iba a hacer porque era una torta bellísima. Cuando me di vuelta para que me dieran un beso y me dijeran feliz cumpleaños por enésima vez, ella metió la mano en una esquina y probó la torta antes que todos. Incluso ligó la porción más grande.
El resto de la fiesta fue una batalla, un secreto a voces contra Agustina. Todas las chicas dijeron que eso que ella había hecho era de marimacho. Con el tiempo aprendí que también era de marimacho darse besos de lengua, tocar culos y tomar vodka. Más y más cosas en que me inició Agustina. Cuando cumplí 16 metí todos los dedos y si era necesario metía la cara, no quería que otra chica se llevara la porción magistral, pero las chicas igual tienen memoria selectiva y ahora nos señalaban a la dos como marimacho y como tortas. Lo último además, les parecía oportuno. Dulces 16 dijo la tía, esa que me mandó a la panadería hace un rato.
Mientras volvía pensaba en eso de los secretos a voces (aparte de la idea instalada de comprarme unos cuántos cosos con chispitas de colores). Pasé por la esquina de cientoquince. Antes nos juntábamos con las del barrio, un viejo panzudo nos saludaba y cuando decía hola las otras miraban y me decían que era un violador. Para mí era importantísimo ser amiga del enemigo. En todo caso, no quería que me violaran y me parecía la forma más inteligente de evitarlo.
“El enemigo tenía una verdulería”
“Y una casa hermosa en la esquina”
“¿Le gustan a usted las chispitas?”
Marimacho era otra opción. Cuando el viejo murió le escracharon la casa. (No lo entiendo bien. Y en vez de verdulero lo acusaban de haber puesto una carnicería). Hoy ví que está pintada de blanco y negro. Como un dado. Sin números. Al final siempre ganan.

"¿las malas lenguas
besan también
besan tan bien?"