en orden::::::::::::::

29/1/13

cuarenta y dos



Primero está el aullido. Él se despierta y mira por la ventana. Dice que es una perra de mierda. ¿Por qué, por qué, por qué vos no, gatita?
Se para y revuelve el primer cajón.
––Vos no, gatita. ––dice ––Vos no. No decís nada.
El aullido sigue. Escuché que en las noches de luna llena las mujeres paren a sus hijos, las mareas están especiales, el sexo. Me confunde la idea de la concepción.
––¿Es en luna llena que se conciben los hijos?
Me mira.
––Esa perra está pidiendo eso, ¿decís?
––El celo, puede ser.
––¿Qué, qué pasa con eso de la luna llena?
––¿La estás viendo?
Me revuelco en la cama. De un lado al otro, la cama parece tan amplia, tan cerca del techo de madera.
––Te estoy mirando a vos. Y escucho esto. Estás tan calladita. Hoy estás tan calladita.
––Pienso: es eso.
––Te puedo pedir que aúlles, ¿ahora? ¿cómo hago para que aúlles? Estás cansada.
Me pongo boca abajo. Me siento una basura de femenina. Él está auditivo. No puedo tocarlo, tengo que susurrar cosas. Pero siento que no puedo hacer nada con mi lenguaje oral. Qué palabras voy a decirle, así. Desde esta postura. Derretida tan cerca del techo, basura, basura.
Él saca la cabeza por la ventana. Sigue buscando a la perra. Me siento una lombricita. Un animal en proceso de envejecimiento. Me acerco a su espalda y sobre su hombro digo que ya vengo. Trato de que mi aliento lo toque. Trato de tocarlo de alguna manera que sea diciendo algo.
Recuerdo que me decía no seas tímida, no seas tímida. Ya no insiste con eso. Durante la noche él habla y a veces nos miramos a los ojos. Sabe que no soy tímida por eso, porque lo miro a los ojos. Pero nunca se me ocurren cosas. Él está ocupado en su calle transitada. Las motos que llevan y traen, los tacos de las chicas arregladas, la perra una vez más. Qué insomnio.
Abro la canilla de la ducha.
––¿Te vas a masturbar? Quizás.
No. Él está en mi mente, tan cerca junto a la ventana. Voy a subir mojada, resbalosa, oliendo bien. En las mentes hay imágenes de agua, material para el primer paso del placer, ansiedad.
Mi cuerpo parece tan ajustado. Lo tomo con mis manos. Mis hombros, mis muñecas, mis caderas. Aprieto cada parte  como él lo hace, pero mis manos son pequeñas y son mías. Mi imaginario es tan pequeño. Nunca voy a poder decirle qué me gusta.
Mmh…
Me gusta todo. Y él dice: no seas tímida. Entonces me aparezco chorreando y vuelvo a ponerme boca abajo. Le rozo las piernas. Sigue de pie junto a la ventana. No soy capaz ni de proferir un gemidito. Fricción en mi entrepierna. Contar una historia. El color verde. Soy tan tímida. No puedo hablar de finales. Sólo soy una mujer en un orgasmo. Me siento la basura femenina. Tirada como puedo. Despegada de las sábanas, mi sello de recién bañada.
Él está tan concentrado. Las bocinas. Escurro mi pelo sobre el parquet. Dejo mi nuca al descubierto.
––Vos, vos, vos.
Lo digo desde el secreto. Es a vos a quien llamo, a quien espero. Y él me mira girar sobre mí. Pararme y agarrar la copa de vino. Tirarla a la calle.  El ruido del vidrio. La botella de vino. El ruido del vidrio. Las cervezas. El vidrio.Me siento drogada. Me siento reír como una persona que acaba de ver muerte. Medio cuerpo fuera de la ventana. Mi pelo gotea. Él me mira estático. Creo que está sorprendido y me presta atención.
––¿Y dónde está esa perra? –– grito y me balanceo hacia la calle. Él me agarra del culo . ––La perra.
La perra aulla y escupo a la calle. La perra está tras una reja de la vereda de enfrente. Otra botella en proyectil. La perra se excita. Debe estar babeando. Gruñe. Él me mira mientras enfurezco de timidez. Me tiemblan las manos mientras busco algo para seguir revoleando.
––Es el celo, nena ––dice él, y me doblo sobre mí misma asomando a la calle. Siento el peso de mis pechos húmedos. Siento que la humedad me hace pesada. Casi despego los pies del suelo de la habitación y él me sostiene exacto. Mis muñecas, mis costillas, mi hombros, mis caderas.
Miro a los ojos a esa perra tras las rejas. La cerveza corre despacio por las ranuras de las baldosas. Él me sujeta y separa bruscamente mis piernas. 
Au.
Au.
––Despacito.
Y él es más fuerte.
Quién aulla.
Luna llena.
En esa calle.