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22/11/12

veintinueve



Todos los días me llega una nueva palabra por mail. La de ayer era Curazao. Me pareció astral, porque antes de irme a dormir tenía ganas de tomar algo y estaba el blue curazao. Es una botella hexagonal, o de no sé cuántas aristas. Una botella linda para un licor tan berreta.
Antes de irme a dormir no sabía qué hacer. También te ofrecí blue curazao, porque no sabía bien qué hacer. Dije que era corazón azul, como un corazón sin oxígeno. La verdad es que no me gusta, es demasiado dulce. Hablamos de cosas demasiado dulces.
Cuando iba a decir algo feo vos me pusiste un beso en el hombro. Pero yo estaba mala. Las cosas dulces me emborrachan. Me agarra el hastío como una defensa amarga, para poder aplacar el empalague. Te dije que no quería besar, ni ninguna cosa del amor. Como el blue curazao, pensaba yo. Se me instaló la idea del corazón azul. No sé si nos ponemos azules cuando nos asfixiamos, pero me lo imagino.
Me pareció astral. Celestial, azul. Como el cielo. Cuando miro por la ventana siempre veo sólo una porción, un poco fea, llena de techos y cables. Algunas veces, cuando fumo, me acerco más a la ventana, me paso al otro lado y entonces puedo mirar para arriba y ver puro cielo. Ayer escribí un poema feo también, uno de los versos era  ‘me siento al otro lado’. Después lo abandoné porque el gato sí estaba del otro lado y quise controlarlo.
Yo quiero que se acabe el curazao. Para usar esa botella con formita. Para llenarla de un líquido rosa. Tengo que hacer algo con este rosa. Reconozco que mi vida gira en torno a volverme un niño de 20 años. Y me equivoqué. La palabra del día dice que Curazao es curación. Que un navegante español  descubrió una isla en 1499. Su tripulación estaba enferma pero se curó por comer cítricos.
El navegante llamó la isla Isla de los gigantes. Los que vivían ahí eran hombres muy altos. Su tripulación de gentecita normal con estatura normal y con escorbuto se comió los cítricos y se curó. Por eso rebautizaron a la isla Curazao.
Me parece lógico en mi lógica. Una curación azul. Una asfixia chiquita, líquida, dulzona. Más o menos consistente. Como al mal hepático morder un cítrico. No se siente bien ninguna de las dos cosas.
Después uno se siente mejor. Y queda un recipiente de vidrio por fin transparente. Distinto al vacío, que es color blanco.