en orden::::::::::::::

17/12/12

treinta y nueve



Alguien espera. La casa está quieta. La movilidad es leve. Los árboles. La palmera de al lado. Alguien espera, está fumando en el living. Se refugia en la frescura de los oscuro. Fuma. Piensa en tazas. Mira las tazas sobre el modular. Las flores rosas y azules. Las azules hacen pensar en ideales devorados. La devoradora de ideales camina alrededor del sillón mientras el que espera fuma y la devoradora se sienta en sus rodillas. Sentada de espaldas le da la nuca en la boca y el aire le pasa a la devoradora llena de ideales la devoradora inclinada hacia adelante con el pecho contra las rodillas con las manos en el piso con la sangre en la cabeza. Él espera y mientras tanto se tienta de la nuca y de la médula espinal y con el índice señala la línea del cuerpo hermoso. La sentada en las rodillas pone su cola más cerca y baja más tomándose de los tobillos, elástica hasta besarse las piernas y contorsiona más y toma a alguien que espera por los tobillos y los puñitos cerrados de la ideales queman en los huesos triangulares del tobillo y se tensan los tendones y ella mete sus manos en los zapatos. Los talones apretados contra el piso dejan de temblar con intermitencia. Está quieto. La movilidad es leve. Por la ventana los árboles y la palmera de al lado. Alguien toma por la cadera a la mujer que ronda. La acerca hacia sí cada vez más. La mujer se contorsiona inversa, ofrece el cuello. El cuello baja hasta un esternón concreto dibujado. Cada hueso es la pieza que abre. Abre. Espera contra el sillón apretado por el cuerpo de ella descansando su peso sobre el pecho apretado contra el sillón apretados los dos, abre. Las piernas el empeine el arco, apenas con el pulgar del pie toca el piso fresco de lo oscuro y las manos desesperan. Ya no fuma, oprime ahorca comparte erección chupa la sangre venga lo que ella roba en silencio caminando alrededor de sillones piensa en tazas estampa contra modular friccionan asas flores azules y rosas la movilidad es leve pero va en aumento.

treinta y ocho



Yo nada más la veo intermitentemente la mirada veo cómo intenta no cruzarse y la cara blanca la habitación oscura la vista a la copa del árbol. Lo veo a él sentado con la cara blanca en la habitación lo veo sentado en el sillón y yo en el piso nos veo a los dos. Después me ofrece agua. Me pregunta si no me gustó el café. Quizá le puso mucha azúcar. Me dijo que es mejor comerse una manzana.
Me ofrece, me ofrece me ofrece qué querés nena no sé qué hacer por vos decime.
Y se cruza de brazos. Parado. Sentado. Parado. Tumbado en la cama y me acerco. Y se incorpora. Y se aleja. Me dice nena para que me ubique. Y yo le pongo una mano en la espalda y lo acaricio y su remera gris. Y la espalda cede relajada y el resto de mi cuerpo inmovilizado. Bloqueo global una esfera. Me rodea me roe la burbuja deseo. Pienso en sexo le digo es que no sé quiero estamparte y se regocija se para se acerca abraza con condescendencia y yo lo siento y aprieto contra un hombro respiro despacio para que sienta mi pecho me aleja otra vez me dice si no quiero un poco de agua yo creo que quiero tenerlo para agua conmigo en el desierto