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8/1/13

cuarenta y uno

Mía se mira al espejo de cerca y se tapa un ojo para ver cómo su pupila se hace más chiquita. La primera vez lo hizo con cuidado y con esmero, ahora cambia rápido su mano de un ojo al otro y juega con el interruptor de la luz y la parte negra de su ojo marrón se hace grande y chiquita y grande y chiquita. Algunas veces después le parece que ve raro, que está un poco mareada.
Es un día de verano y es la hora de la siesta. Y ella no durmió la siesta  porque después de comer no le dio sueño. Sí le dio mucho calor y más calor subirse a la mesada para mirar por la ventana que da al patio y ver los flotadores rosa transparente moviéndose lento en la superficie del agua. Le dio calor por el deseo. Por no poder ir y sentarse en el borde, mojar antes el borde pateando el agua para afuera para hacer charco y que no esté tan caliente que queme, entonces sí sentarse, sentarse y ponerse los flotadores rosa transparente. Pero antes sacándoles  un poco de aire, para poder pasar el brazo, porque cuando están tan inflados aprietan. Y después de ponérselos volver a inflarlos.Para tirarse a la pile con fuerza. Con mucha fuerza así por lo menos un segundo puede estar más abajo y después con esa misma fuerza el agua la tira para arriba y queda flotando. Pero no puede ir a la hora de la siesta porque no hay nadie para mirarla. Cuando ya están despiertos también reciben a tíos, a abuelos, a otros primos que vienen a inflarle los flotadores rosa cuando les parece que Mía se va a ir hundiendo hasta ahogarse. "Mía, ¡te vas a ahogar!", y algo la agarra upa y le infla un flotador. Usan sus dientes para sacar la válvula, para apretar la válvula, aún para inflar. Usan sus dientes para decirle listo, ahora sí, y en vez de tirarla al agua la dejan sobre el piso caliente. 
Ahora también le dicen qué lindos flotadores. Porque desde que Mía dijo que no quería usar más los flotadores, para navidad le dieron unos rosas transparente. Los anteriores eran naranjas y blancos como los de todo el mundo pero parece que con el rosa Mía iba a tener ganas de usar los flotadores. Y en verdad a ella el color rosa le gusta. Y mirar el patio  y los tíos y la mesa con los vasos de yogur y las frutas a través del color rosa, también. Pero estar en el baño a la hora de la siesta no es divertido si una no se mira las pupilas, si una no hace algo ahí, una cara loca en el espejo, una espuma en la bañera. Qué raro está el cuerpo en el agua caliente un día de verano a la hora de la siesta. Con la malla en el agua caliente. Y acostada en la bañera , metida toda abre los ojos y ve el baño y abajo del agua se mira al espejito y abajo del agua aguanta sola mucho más tiempo del que puede estar sin aire en la pileta con esos flotadores que la sacan y esos brazos que la sacan y esos dientes que la muerden despacito en los cachetes y con esa tía que en broma dijo que con esos cachetes no necesitaba flotadores, ah pero esos cachetes no se pinchan, tía, la misma tía que un día comentó bajito que Mía era un nombre posesivo y Mía dice mía mía mía mojada frente al espejo.