Cuando teníamos quince nos tirábamos en una alfombra verde
con dibujo de cancha de futbol. Comprábamos petaquitas de vodka con sabores y
las tomábamos rápido. La panza nos recibía todo. Hablábamos de las golosinas
que ya no existen y de Mick Jagger. Poníamos los ojos chinos y mirábamos la
luna expandirse por la ventana. Preservábamos la amistad todo lo posible.
Tirados uno al lado del otro nos alejábamos con una repulsión que ahora
entiendo como una repulsión al daño. Pero un codo suyo rozaba mi brazo, un pie
mío su tobillo y nos íbamos acomodando. Primero llegaba la excitación. Los
besos eran a último momento. Una vez quedé desnuda. Él estaba vestido y yo me
fui sacando todo hasta quedar sola, con la luz de las diez de la noche. Él dijo
nena te quiero nena por siempre .
No hay comentarios:
Publicar un comentario