en orden::::::::::::::

17/7/12

dos


Sé que no tengo que enojarme con el clima. Desde que dejé de creer en dios no sé a dónde mirar cuando quiero decir “basta”. Basta el calor.

Anoche me desperté transpirada. Estaba acostada boca arriba y entre las tetas aplanadas vi gotitas de transpiración. Me incorporé rápido y me mareé. Fui a los tumbos hasta el baño y vomité una cosa moquienta semidorada. Entre una arcada y la otra traté de pensar en el color ese que salía de mí, pero la verdad es que no podía evitar sentir la acidez, desde el esternón hasta la nariz. Porque la instancia “boca” no fue la última, sino que ascendió. No sólo el olor sino por dentro, por el conducto que va desde la garganta hasta la nariz,y salió.

Cuando parecía que no había más nada me paré y me miré al espejo. Tenía la cara blanca y llena de lágrimas. Me hice unos buches y otra vez empezó la arcada y ahí tuve el problema de a quién decirle basta. En otras épocas rezaba para sentirme mejor.

“Estoy sola con mi charco de oro”, escribí cuando volví a la cama.

Abajo apunté “Qué bueno es poder omitir este sabor inmundo en la hoja.”

“Podría, sí. ¿Qué me pasa que igual lo escribo?”.

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