Para ir al médico prefiero ir por el parque Saavedra. Todo es mejor por el parque. Camino, se
me ocurre que camino para afuera, con un ímpetu de extremidades por las que
podría salir algo, como corriente eléctrica. Imagino esa silueta de hombre (iba
a decir sombra, pero dije silueta). Imagino esa silueta de hombre de
proporciones perfectas. La salud, la inteligencia, lo pleno, la ubicación de
los chakras. No puedo imaginar esa silueta de mujer.
Algo como gárgolas en el charco. Dos viejas de la mano van de esquina a esquina sobre la misma
vereda. Lo sé porque al volver del médico ellas vienen en dirección contraria.
Me cruzo, entonces, dos veces con las viejas. Las dos veces miro más a la vieja
amarilla, con los labios pintados de bordó.
En el barrio hay una casa con rejas que tiene un jardín
delantero. Sacan la basura y la dejan ahí. Hasta que sean las ocho de la noche
y puedan sacarla a la calle sin que los perros hagan un desastre. Tienen la
basura todo el día en un jardín delantero, todo el día ahí afuera, para los que
caminamos, todo el día ahí afuera para no sentirla.
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